7/3/09

La eterna brevedad de un día


Atardece en mi boca, cuando tu piel toma la parda textura de un ocaso, y mis besos de sol se ponen entre los ondulados paisajes de tus orbes.

Anochece en mis brazos, cuando se apaga el día de mis ojos y el abrazo se acurruca en la calidez de tu cuerpo. Y me toma el olor del millón de hogazas tibias que envuelve tu cuerpo, y me nutre el paladar tu sabor a color, música y poesía.

Amanece en mi vida, cuando se abren tus ojos, despiertos manantiales de los que bebo alboradas y fecundo mi resurrección.

La vida adquiere sentido porque sos y cuando estás.

Mi vida es uno de tus días,... o quizá son tus días los que me dan la vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No tengo palabras... sólo decirte que te quiero muchísimo. Es de una belleza sublime, como todo lo que escribes.
Mil besos vuelan...

Kelly dijo...

Realmente precioso, me contagias de vida.

Un besito