9/2/09

Lucidez


Recibe mi arpón despuntado
en tu herida trágica del génesis.

Rodéalo de fricciones
y cíñelo con musculares lenguas
en un perverso abrazo
de tu laceración pudorosa.

Engúlleme el aguijón
asestado en carnes y vacíos,
acométeme el sexo con besos,
enormes, sonoros,
profundos como una asfixia.

Bautízame el garfio romo
que ensancha tus grietas vivas
y píntalo de aguas internas
con tus ocultos óleos.

Recíbeme el profano arpón
que sacrílego acierta
en los lomos del pecado,
y erígeme así la hombría
con vestigios de sangre
en un lecho sin memoria.

Pero…
¿Acaso no es cobardía
la inanición del corazón?

Pausa y lucidez…
Culpa y perdón.

Perdón mujer
por el involutivo apremio,
por el desvarío que dura
la vida de los hombres.

Perdón mujer
porque el arpón es un arma
y tu sexo no es herida
sino un párpado más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre, una lección magistral de literatura la que nos ofreces querido amigo.
Abrazos

Anónimo dijo...

Bueno, muy buenas tus palabras cargadas de todo el sentir expresivo de los sentimientos .

Te dejo un abrazo y un sentimiento .