26/1/09

"Del otro lado"


En un momento de desolación, hundió sus nudillos en la frente, y con los ojos sumidos en una brillante obscuridad, repasaba años en segundos, y, sospechosamente, sobresalían aquellos pasajes más angustiosos, desadornados con temor y pesar, con incesante insatisfacción y un eterno hedor a conflicto.

Hacía y deshacía canales en su cabello con las aspas de sus dedos, como si se pudieran cosechar ideas con las semillas de la traición a uno mismo. Respiraba por inercia de su anatomía inconsciente, porque sus ganas ya habían sido tragadas en un intento por despejar sus anudadas vías. Y el silencio,… estrujándole con la sensación y el ruido de los dientes mordiendo el hielo.

Y las razones,… se dibujaban en un fondo espeso como brevísimas auroras boreales, que ahuyentaban a cualquier amanecer. Y las verdades rasgaban su carne como navajas con sal: La verdadera indigencia es espiritual –decía con miedo-. Una vida es existencia zurcida de retazos débilmente cosidos, como una cobija con más vacíos y oquedades que resguardos ante el frío, es un abandono diario, constante, como el amargo beso de la sevicia. Una vida es parco exilio auto infligido con resignación, similar al último camino que emprende la agonía de los paquidermos.

La muerte puede vivirse cuando arrecia la indigencia del alma, cual aguacero copioso e intempestivo, pues no solo por muerte se esfuma el Hombre, sino también por soledad, y es que la muerte le hace invisible para los demás, pero la soledad le desaparece para sí mismo.

Cuántos días con sus noches, cuánta espera en una vida que escuece, en una existencia quimérica sostenida por máscaras y palabras. Cuánto tiempo compadeciéndose, cuánta imbecilidad acumulada por entregarse al capricho y la ignorancia de sus miedos con aspecto de personas.

Y el apego a todo, gestando cadenas con la celeridad de las infecciones, corrompiendo la perfección de la existencia.

¡Alma, despierta! – le apuraron-, que mañana es tu turno…

Al día siguiente nacía un niño en la Tierra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uffff estremecedor, me quedo sin palabras otra vez, lo tuyo Sr R. es de libro... cuánta verdad en todo lo que aquí he leído, adornado con una belleza y riqueza de vocabulario acojonante (perdón por el palabro), y siempre el alma danzando por tus aristas.
Chapeau
Besos transoceánicos