
Llegó un tiempo tal, que la sociedad fue dividida en dos bandos: El bando de los desposeídos, otrora marginados, a quienes se ha denominado los tremens, viven su realidad difuminados entre estados bipolares y su espíritu no es más que un suicida; y el bando de los propietarios, llamados los endos, que libaron las mieles de la oportunidad y ostentan el poder, aun cuando ahora lo hacen desde sus casas, que son más bien trincheras.
Los endos, como habrá de suponerse, habitan en un “mundo” aparte, creen que viven, pero no hacen más que huir. Se esconden entre muros, comen bien pero su digestión se entorpece por el miedo. Obtienen cuanto necesitan mediante entregas diurnas altamente custodiadas, y su libertad se ha disminuido a un fugaz chispazo en sus sueños.
Los tremens son, paradójicamente, solo dueños de todo cuanto existe fuera de los apertrechados linderos de los endos, sin embargo, no tienen nada, excepto hambre y sed, suciedad, furia e ideaciones criminales, siempre tienen ganas de cazar y depredar a los extraños blanquecinos que habitan dentro de las murallas, porque les han encerrado, dicen, en una libertad insípida.
Unos, vagan en la noche, como vampiros o hienas, entre susurros y gemidos, buscando comida o comiéndose entre sí, les abriga la oscuridad llevando el frío hasta sus entrañas. Se mueven con sigilo, siempre pegados a las paredes o mimetizados entre desperdicios, el miedo les zumba como zancudos,… y les aconseja para que sigan vivos. Los otros, evolucionaron sin consciencia y aunque lloran seguido no consiguen saber por qué. Poseen el vacío de un millón de agujeros negros, que anhelan llenar algún día con algo que desconocen.
Nadie sabe, o nadie quiso saber, cuándo se dio la fragmentación, unos sólo sintieron que les perseguían, otros persiguieron hasta sobrepasar a los perseguidos. Los endos cada vez más aislados, más esclavos que sus esclavos; los tremens cada vez más distraídos, más carne que alma.
Todo afuera de los muros es gris, sombrío, lúgubre, como dentro de los endos, mientras dentro de los muros, todo es colorido, como pretendiendo forzar a la dicha.
El clima es inestable, llueve cuando no se espera y el sol apresura su paso. Tiembla muy seguido, y la noche…, la noche se queda a cenar y dura hasta el desayuno, porque el menú que se le ofrece está hecho con sangre.
El hambre y la venganza deben evitarse, porque en seres débiles o perversos, entre más tarde más duran en saciarse. La humillación y la avaricia también deben evitarse, porque es de esto que se alimentan el hambre y la venganza.
Los endos, como habrá de suponerse, habitan en un “mundo” aparte, creen que viven, pero no hacen más que huir. Se esconden entre muros, comen bien pero su digestión se entorpece por el miedo. Obtienen cuanto necesitan mediante entregas diurnas altamente custodiadas, y su libertad se ha disminuido a un fugaz chispazo en sus sueños.
Los tremens son, paradójicamente, solo dueños de todo cuanto existe fuera de los apertrechados linderos de los endos, sin embargo, no tienen nada, excepto hambre y sed, suciedad, furia e ideaciones criminales, siempre tienen ganas de cazar y depredar a los extraños blanquecinos que habitan dentro de las murallas, porque les han encerrado, dicen, en una libertad insípida.
Unos, vagan en la noche, como vampiros o hienas, entre susurros y gemidos, buscando comida o comiéndose entre sí, les abriga la oscuridad llevando el frío hasta sus entrañas. Se mueven con sigilo, siempre pegados a las paredes o mimetizados entre desperdicios, el miedo les zumba como zancudos,… y les aconseja para que sigan vivos. Los otros, evolucionaron sin consciencia y aunque lloran seguido no consiguen saber por qué. Poseen el vacío de un millón de agujeros negros, que anhelan llenar algún día con algo que desconocen.
Nadie sabe, o nadie quiso saber, cuándo se dio la fragmentación, unos sólo sintieron que les perseguían, otros persiguieron hasta sobrepasar a los perseguidos. Los endos cada vez más aislados, más esclavos que sus esclavos; los tremens cada vez más distraídos, más carne que alma.
Todo afuera de los muros es gris, sombrío, lúgubre, como dentro de los endos, mientras dentro de los muros, todo es colorido, como pretendiendo forzar a la dicha.
El clima es inestable, llueve cuando no se espera y el sol apresura su paso. Tiembla muy seguido, y la noche…, la noche se queda a cenar y dura hasta el desayuno, porque el menú que se le ofrece está hecho con sangre.
El hambre y la venganza deben evitarse, porque en seres débiles o perversos, entre más tarde más duran en saciarse. La humillación y la avaricia también deben evitarse, porque es de esto que se alimentan el hambre y la venganza.
Endos y Tremens, estáis advertidos de vuestro mañana.
14 comentarios:
Un abrazo amigo, siempre te pienso y te llevo conmigo.
¿Quesos, vino y Vizzio??? Y la compañía de personas maravillosas como hay pocas... Muy pocas.
Simplemente , me atrapó.
un abrazo
Pues esa advertencia vino de arriba hace muchos, muchos años y todavía hay una ceguera que no divisa la señal. "Si no creyera en lo que creo" no apostaría a ninguno, pero, para bien o para mal, creo, no en dos, sino en UNO
Un abrazo
Gracias por su visita. Leí el relato y me llevó al cine de Carpenter. Es inevitable.
Nombras cosas muy fuertes, cosas que más vale desterrar por nuestro bien. Magnífico tu relato, si se lee entre lineas...
Gracias por tus palabras en mi blog, un regalo también...
Besos
Estimado amigo,querría si tu asi lo aceptas,crear un espacio con escritos,poesías poemas,de todos los amigos blogerosque conosco,para asi crear una especie de rincón universal donde tuviese su lugar cada uno de ustedes,desde ya espero contar con algo tuyo,gracias.
Querido amigo,querria si tu asi lo aceptas,crear un espacio con escritos,poesias ,poemas,de todos los amigos blogeros que conosco,para asi crear una especie de rincón universal donde tuviese su lugar cada uno de ustedes,desde ya espero contar con algo tuyo,gracias.
Un texto apocalíptico, que nadie diga que no lo habíamos intuido...
Mi abrazo.
No te olvido...
Un gran beso
No sé cuál de los dos me asusta más. Aparentemente, los tremens. Pero sólo pensar en la idea de ser un endo...
Compañero, te dejo mi cariño nuevamente. Abrazos para vos y para Melita.
Es increible el daño que nos hacemos los unos a los otros.
Cierto Ernesto, y pensar que podemos hacer el bien con igual intensidad...
Volvé, hermoso. Hacés falta.
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