
Ayer me tendiste tu mano de voz
que es a la vez dulce y sombría
cuando cantaste un poema
que se mantiene naciendo,
fue un roce de aliento en tiempo de beso
una alegoría de alegría
en el taller de la noche,
...un estrellado crisol
que te abriga en el vientre.
Tomé yo tu mano y tu voz
y me lancé a los vacíos,
ciego como un labio,
como el agua en una boca con sed,
serpenteaba yo por tu cabello,
oliendo el florecer de tu canto
y sientiendo el cabalgar azuzado
de tus purpurados corceles.
y me lancé a los vacíos,
ciego como un labio,
como el agua en una boca con sed,
serpenteaba yo por tu cabello,
oliendo el florecer de tu canto
y sientiendo el cabalgar azuzado
de tus purpurados corceles.
Abrí los ojos cuando cosechaste un final
para aferrarme a la majestad de la travesía,
pero yo ¡ya no volaba!, ahora dormía
difuminado por el arrastre invencible
de la copiosa negrura en que me sumía
la universal plenitud de tus pupilas.
para aferrarme a la majestad de la travesía,
pero yo ¡ya no volaba!, ahora dormía
difuminado por el arrastre invencible
de la copiosa negrura en que me sumía
la universal plenitud de tus pupilas.
Entonces...
se apresuró a tu encuentro el corazón,
mientras yo, mortal y débil, lo contenía,
a pesar de la ansiedad que dulce
agrietaba mi plexo
y la nidada insuficiente de mi respiración,
sofocante y exitante, como el último suspiro.
se apresuró a tu encuentro el corazón,
mientras yo, mortal y débil, lo contenía,
a pesar de la ansiedad que dulce
agrietaba mi plexo
y la nidada insuficiente de mi respiración,
sofocante y exitante, como el último suspiro.
De pie, jónica y tensa,
fluctuante y viva
se engendraba el templo
en tu frente,
y los coros de dioses desnudos
te cortejaban dispuestos
atardeciendo sus cabezas múltiples,
entregados a ser inmolados
por la terrible hoguera
de tu verdad.
fluctuante y viva
se engendraba el templo
en tu frente,
y los coros de dioses desnudos
te cortejaban dispuestos
atardeciendo sus cabezas múltiples,
entregados a ser inmolados
por la terrible hoguera
de tu verdad.
Impávido y vencido,
arrebatado y convencido
te ofrendé de par en par
mis atentos huertos
para que crezca fecunda
tu semilla de aliento.
arrebatado y convencido
te ofrendé de par en par
mis atentos huertos
para que crezca fecunda
tu semilla de aliento.
Terminó el poema,
el canto dejó su aroma
y se repujaron en mi
sus castañuelas tristes
cuando interrumpió
el requiem del tiempo
agotando tus palabras.
el canto dejó su aroma
y se repujaron en mi
sus castañuelas tristes
cuando interrumpió
el requiem del tiempo
agotando tus palabras.
Aunque nunca lo sepas
me fui contigo
en el residuo de sonrisa
al que me pude sujetar.
me fui contigo
en el residuo de sonrisa
al que me pude sujetar.
Aunque nunca lo sepas
te has quedado conmigo,
en tu hijo de palabras
que se gesta en mi interior.
te has quedado conmigo,
en tu hijo de palabras
que se gesta en mi interior.
11 comentarios:
Impresionantes letras...bella mujer.
Saludos
escribes divino, el poema esta maravilloso, lleno de entrega y amor, dejando sabor a tiempo vestido de momentos tatuados en tu alma y tu esencia
muchos cariños y que estes muy bien, besitos y que la semana siga linda
besos y sueños
Gracias queridas amigas, Calma y Freyja. Que su mirada se pose en mi texto es más de lo que podría esperar cuando se escribe para uno mismo.
Guao... me senti intimidada, como si los hubiese visto...
Un abrazo
Veronika, querida amiga, gracias por la gentileza de tu visita.
Un beso
aunque nunca lo sepamos, en el fondo queremos irnos en esas letras, queremos que se vayan con nosotros. que lindo que le escribas asi por sus letras.
¡AH, caray! Ahora sí que voló ese yo lírico, entiendo el motivo (Ana), pero la creatividad suya, despecador, es digna de más menciones. Ese poema es de leer un montón de veces, como otros signados en su blog. Gracias.
Gracias William, su criterio me ayuda a creer. Un abrazo, y gracias por la visita.
Para despecar, hay que pecar. Por ejemplo, para aceptar el rechazo de una mujer como Ana Istarú, antes hay que amarla. Para qué bailar sin pecar. Luego a despecar. Un abrazo
Vuelvo y veo que aún sigues pecando y despecando con el síndrome Ana Istarú. Me parece bien (no creo que seas el único), pero es hora de que nos des otro texto con tu lirismo.
Gracias William, estoy trabajando en el poema más bello del mundo. Siempre será usted bienvenido.
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